martes, 23 de febrero de 2010

Conciencia de europeos

Hace pocos días me sucedió algo de lo más inesperado. Salía a media mañana para coger un taxi en medio de la Avenida Diagonal, de Barcelona, cuando inopinadamente me crucé con Dominique de Villepin, que en ese momento y lejos de lo que uno espera de alguien que estuvo cerca de ser Presidente de Francia, iba paseando tranquilamente acompañado de un hombre con el que charlaba animadamente, sin mayor boato.

Como la escena era de lo más inesperada y, bien pensado, estadísticamente poco probable, no me resistí a contarlo a varias personas de mi entorno. Al hacerlo pude comprobar que algunos de mis compañeros afirmaban que no le ponían cara, otros decían que su hombre les sonaba y el que más se aproximó mencionó que este señor había sido noticia hacía poco por "declarar en un juicio".

No pretendo establecer un juicio sobre su persona. Resulta un hecho objetivo que Villepin , con su brillante discurso ante el Consejo de Seguridad de la ONU como Ministro de Exteriores de Francia, se convirtió en 2003 en la referencia diplomática de la oposición de la ciudadanía europea a la invasión de Irak por parte de los EEUU. No deja tampoco de ser cierto que pocos años después y en el marco de su lucha de poder con Sarkozy para optar a la Presidencia de la República Francesa por la UMP, se vio envuelto en un turbio asunto de espionaje y manipulación política del que, tras ser juzgado, fue absuelto hace algunas semanas, pero que lo apartó de la carrera presidencial en favor de Sarkozy.

Lo que creo que debe llamar la atención es que, pese al papel principal que jugó en la oposición a la invasión de Irak y la inevitable que tuvo este asunto, la gente de mi alrededor tenía una muy vaga conciencia de quien es este señor.

Lo que creo que debe llamar la atención es que seguimos pensando en clave casi exclusivamente nacional, hasta el punto de permitirnos prescindir de los momentos y figuras que han protagonizado el primer plano de la política europea de los últimos años, incluso en el asunto más pasional de la última década. Es evidente que se hace necesario construir una conciencia común europea, a través de la existencia de una opinión pública europea.

lunes, 8 de febrero de 2010

El duro examen del Parlamento Europeo

Hace muchas años que escucho de manera más o menos cíclica que el Parlamento Europeo no sirve para nada, que no tiene competencias, que no decide nada, lo que me hace constatar el desconocimiento que existe al respecto.

Podría extenderme muchos párrafos con argumentos ya bastante manidos para argumentar lo importante que es el Parlamento Europeo, todo lo que influyen sus decisiones en nuestras vidas, etcétera. Pero no lo voy a hacer. Me limitaré a poner un ejemplo muy reciente que da muestra de hasta qué punto tiene capacidad de influir y cambiar las cosas.

Hace algunas semanas, el Presidente de la Comisión, Durao Barroso, propuso a sus candidatos para formar parte de la nueva Comisión. Primer punto a tener en cuenta, los "ministros" del Presidente de la Comisión los tiene que aprobar el Parlamento Europeo. ¿Se imagina a alguien que el Congreso tuviera que votar uno por uno la elección de cada Ministro designado por el Presidente del Gobierno? No es poca cosa.

Pues bien, la candidata a Comisaria de Ayuda Humanitaria, la búlgara Yeleva Rumiani, se sometió al examen previo del Parlamento Europeo, incluyendo horas de preguntas poniéndola a prueba. ¿Alguien se imagina a los diputados del Congreso examinando co detalle a cada uno de los candidatos a ministro? Sigamos.

Se podría pensar que todo ese proceso no es más que un trámite formal, pero en esto que se cuestiona a la Sra. Yeleva su aptitud por incompatibilidad con sus actividades empresariales y la fragilidad de curriculum para desempeñar el puesto. Y el cuestionamiento alcanza tal grado que la Sra. Yeleva se ve forzada a renunciar al cargo al que aspiraba. ¿ Es posible imaginarse algo así en nuestras democracias estatales?

A través de este mecanismo, el Parlamento que nos representa a todos los europeos evitó también que Buttiglione, un homófobo declarado, pudiera ser nombrado Comisario de Libertades Públicas, enmendándole la plana así a los Jefes de Estado y de Gobierno que habían pactado su nombramiento.

¿Todavía es posible que haya gente que piense que el Parlamento Europeo no vale para nada?